Casa de Aileen (Valle Kilmartin - Clan McCallum)

- Lo siento, quizás sí respondo un poco a la defensiva - dije algo avergonzada. - es porque quiero o intento que te des cuenta de que tengo razón en lo que digo pero... - puse una mano en sus labios para que no rechistase. - no vamos a hablar más de eso vale? haremos como si nada hubiese ocurrido y empezaremos desde el principio, disfrutaremos de este día como dos personas que disfrutan de su mutua compañía, nos divertiremos vale? - sonreí.

Suspiró. Ella era tremendamente cabezota... una mujer muy obstinada. Está bien, intentaría seguir sus reglas. - Si, vamos... te prometo que haré que te lo pases bien.- Le dijo, con un brillo de excitación en su mirada.

Me sentí mucho más relajada y feliz. Subimos al caballo y nos dirigimos hacia el bosque.

- Dime una cosa qué es ese santuario? a quién pertenece? se sigue utilizando? - eran tres cosas pero realmente estaba intrigada, no había oído hablar de un santurario druida por la zona.

- No que yo sepa. Creo que es de los antiguos druidas que habitaban la isla antes que vosotras. Luego ellos se fueron, hasta hace poco, que habéis empezado a instalaros vosotras. Nunca se supo que pasó con los antiguos.

- Y sabes para qué lo utilizaban? - estaba nerviosa por ver el santuario de los antiguos druidas, era excitante.

- No lo se realmente. Supongo que para sus ritos. Seguramente tu lo sabrás mejor que yo... al fin y al cabo tu eres la druida... no yo.

- Quién está ahora a la defensiva? - ¬¬ le miré de reojo, llegamos a un claro y a lo lejos se podía ver una construcción supuse que sería el santuario.

Refunfuñó. No estaba a la defensiva... simplemente le molestaba que ella se creyese tan fuerte. Que se creyese que no necesitaba protección. El conocía a O'Connor, y sabía de lo que era capaz. Sabía que la próxima vez no se libraría tan facilmente.

- Mira, ese es el santuario.- Le dijo, mientras detenía el caballo y la ayudaba a dsmontar.

Me acerqué al santurario, eran unas ruinas pero aún se conservaba bastante bien, me quedé impresionada.

- Es precioso no crees? nosotras deberíamos hacer algo así... -

- Bueno, recuerdo haber visto uno en la ciudad... no es donde vive vuestra maestra o como la llaméis?

- La Suma, sí, pero no es como este....es más moderno y...en este se nota el poder de los antepasados....no sé es distinto. -

- Bueno, quizás podáis rehabilitarlo para usarlo en vuestros sacrficios de bebés bajo la luna.- Le dijo, bromeando.

- No juegues con esas cosas - le di un suave golpe en el brazo. - eso no se dice ni en broma, nosotras no hacemos sacrificios, sólo practicamos la magia, cada una tiene un don y sólo lo aprendemos a manejar. -

- mmmm cariño... tu tienes más de un don.- Le dijo, mientras la abrazaba por la cintura.

- Sí es cierto, tengo tres y espero aprender más. - dije refiriéndome a la magia.

- Estaré encantado de ser tu maestro, mi amor.- Le dijo, mientra la estrechaba más fuertemente contra él.

- Pero tú no sabes magia no? - pregunté incrédula.

- Bueno, mi magia es de otro tipo.- Le susurraba, mientras le besaba el cuello. - Mi magia hace que salten chispas entre dos cuerpos.

- Sí, en eso eres todo un maestro.... - eché mi cabeza hacia atrás para que tuviese mejor acceso a mi cuello.

- Mira... podría enseñarte a hacer que una persona tenga escalofríos, así.- Le dijo, dando suaves mordisquitos en su cuello y en el lóbulo de su oreja.- Te gusta mi magia, Aileen?

- No está mal para empezar. - dije picándole. - podría parecer la de un principiante. - no pude evitar sonreir, sabía que eso le picaría más.

- Desde cuando mi pequeña e inocente Aileen se ha convertido en esta pícara mujer?.- Le dijo, con una sonrisa. -Te voy a eneñar lo que pasa por desafiarme, pequeña arpía.- La atrajo hacia él, tanto que notaba sus pechos contra su cuerpo, sus pezones erguidos. Sabía que ella le notaría a él, notaría su erección, que de nuevo palpitaba por ella. Le agarró las nalgas y la apretó fuertemente contra él. -Que te parece este truco, pequeña? Crees que podría subir de nivel?

Sonreí ante su reacción y dejé de hacerlo cuando me acercó a él y le noté, duro y palpitante, en ese momento me volvió la timidez.

- Creo que....que has alcanzado un nivel bastante alto. - no sabía por qué seguía con este juego además mis mejillas debían estar completamente rojas, yo al menos las sentía arder.

- Es posible que haya vuelto la inocente criatura? mmm... estás lecciones son demasiado para tí, preciosa?.- Le dijo, mientras con una mano acariciaba uno de sus turgentes pechos, por encima de la delicada tela del vestido.

- Lo siento...es que no puedo evitarlo....te....te gustaría que fuese más atrevida? - me costaba hablar cuando me acariciaba así, ni siquiera era capaz de pensar con claridad.